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validades, de decepciones, de pequeños ó grandes enconos, escozor de viejas heridas, que son el residuo amargo de la propia vida; y me creería altamente culpable si viniera á buscar vuestras almas, jóvenes y sanas, para derramar sobre ellas la gota acre y corrosiva que se destila de esos residuos, cuando el alma se reconcentra en la soledad y el silencio de su propio crepúsculo.
Busco que sea la verdad y no la pasión la que inspire y mueva la acción de la juventud, no sólo por interés patriótico sino también por propio egoismo, puesto que mi destino ó mi desgracia han querido que yo, que jamás he contribuido á exaltar pasiones, sea uno de los que han tenido que