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Naturalmente que á las veces estas instituciones colaterales no son sólo del Estado. Hay alguna, más claramente, en Barcelona, en la cual explica asiduamente un señor que está enfermo para explicar en la Universidad oficial.

Dejando á un lado esto, y lo siento mucho, gustaría hacer algo de historia, no ya de nuestras antiguas Universidades, sino de aquella cuya historia conozco algo, que es la de Salamanca, demostrativo de cómo, cuando tenía autonomía, aquello era también un verdadero desbarajuste, y cómo las cátedras eran trampolines, no para subir á una diputación, sino que entonces eran más bien trampolines para llegar á un obispado, pero también hay trampolines en la actual Universidad.

Las actuales Universidades españolas fueron fundadas en 1857 en virtud del art. 128 de la ley de Instrucción pública, que decía: habrá tantas Universidades, ni más ni menos. «Las sostendrá el Estado (decía el artículo 126) percibiendo las rentas de los Establecimientos, así como los derechos de matrícula, grados y títulos científicos.» «LOS nombramientos de los profesores de los Establecimientos públicos corresponden al Gobierno, á su delegado... etc.» Y esto era lo menos malo Yo he conocido todavía una de esas Universidades ó una de esas Facultades, en cierto modo autónomas, al menos administrativamente como sostenidas por un Municipio, con una subvención de la Diputación, con unos Profesores continuamente interinos, de 6.000 reales, de ahi no pasaban, y aquello era una cosa verdaderamente lamentable.

Aquellas Universidades, fundadas por la ley de 1857, eran una pura ficción oficial, no tenían de hecho nin-