admirar que no haya acaecido allí algun cisma.
Entretanto del Consejo de Guerra se expiden ciertos enviados llamados Guerquenis, á las tribus confederadas, y aun á los Indios que residen entre los Españoles, para informar á los primeros de la inminente guerra, y para solicitar de los segundos que tomen el partido de sus compatriotas. Las credenciales de estos enviados son algunas pequeñas flechas liadas con un hilo roxo, símbolo de la sangre. Pero si hubiesen comenzado las hostilidades, unen á las flechas un dedo de un enemigo muerto. Esta expedicion, que llaman púlquitúm, esto es, correr la flecha, se hace con tal secreto y precaucion en el pais Español, que pocas veces se llega á descubrir.
El Toqui prescribe á los Tetrarcas el número de soldados que cada uno debe mandarle de su Butalmapu. Estos tasan el contingente pedido á los Apo-Ulmenes del distrito de ellos, los quales despues lo reparten entre los respectivos Ulmenes. Cada Araucano nace soldado. Todos se presentan á porfia para ir á la guerra: de modo que las levas se hacen con suma facilidad. En poco tiempo se congrega todo el exército, que por lo ordinario es compuesto de cinco á seis mil hombres, sin los cuerpos de reserva que se tienen preparados para los casos fortuitos, ó para reemplazar los muertos.