teligencia, de los quales aquellos naturales se servian para regar sus campos. Entre estos merece particular atencion, por su subsistencia y direccion, el canal que costea por el espacio de muchas millas, las ásperas faldas de los montes vecinos á la capital, y que baña la tierra situada al Septentrion de la misma. Conocian tambien el uso de estercolar las tierras, que ellos llamaban
vunaltu, aunque se prevaliesen poco del en atencion á la gran fecundidad natural del terreno. Faltos de animales robustos para labrar la tierra, la movian con una azada de leño duro, empujandola con el pecho dentro del terreno; pero siendo esta una operacion demasiado larga y fatigosa, es de admirar como no buscasen otra manera mas expedita, y menos trabajosa. Se encuentra al presente entre ellos una especie simplísima de arado, dicho
chetague, el qual consiste en un madero curvo hacia una de sus extremidades, donde tiene introducida la reja de la misma materia, con su esteva para gobernarlo. No se sabe si este rústico arado, que parece el modelo de los primeros arados del mundo, sea una invencion antigua de su industria, ó lo hayan aprendido de los Españoles. Su misma simplicidad nos hace dudarlo. El Almirante
Spilberg observo que los habitantes de la Mocha "Isla situada en el mar
Araucano, donde los Españoles no se habian establecido,