número correspondiente de ideas claras en el complexô de los individuos que las hablan, las quales en un pueblo rústico son, y deben ser necesariamente muy limitadas.
La lengua de Chile es de tal modo copiosa, que á juicio de todos aquellos que la han poseido con alguna perfeccion, se necesitaria mas de un grueso volumen para hacer de ella un completo diccionario, pues que á mas de las voces radicales, que son muchisimas, el uso de las composiciones es allí tan freqüente, que en cierta manera puede decirse que en esto consista la esencia de aquella lengua. Cada verbo, ó por derivacion el por union, se hace raiz de otros mumerables verbos y nombres, así adjetivos como substantivos, los quales reproducen otros secundarios, modificandose en cien maneras diferentes.
No hay en ella parte alguna de la oracion de la qual no pueda formarse un verbo peculiar con solo añadirle en el fin una n. Tambien de las particulas mas simples derivan varios verbos propios, que comunican una gran precision y fuerza al discurso. Pero lo que verdaderamente sorprehende en esta lengua es, que no se encuentra en ella nombre alguno ni verbo anomalo. Todo en ella es reglado, por decirlo así, con un mecanismo geométrico, donde se distingue un gran artificio con una suma simplicidad, y una relacion tan ordena-