Loyola, despues de haber ordenado el gobierno civil de la capital, se encaminó á la Concepcion para atender á los negocios de la guerra. Paillamachu no se descuidó en esta ocasion de enviar, con pretexto de cumplimentarle, un Oficial que indagase su carácter, y sus designios. Antipillan, encargado de la comision, no se mostró indigno de la confianza de su General. El Gobernador en las freqüentes conferencias que tuvo con él, se ingenió en darle una grande idea del poder del Soberano, insinuandole la necesidad de venir á un acomodamiento. El Araucano manifestandose persuadido le respondió: "La grandeza de vuestro Príncipe, que abraza el oriente, y el occidente, no puede sernos desconocida. Pero no debéis despreciarnos, porque aunque formemos un pueblo muy pequeño, con todo eso hemos sabido hasta ahora resistir á una potencia tan enorme. Vuestras ideas, pues, acerca de la paz son muy diferentes de las nuestras. Por paz nosotros entendemos una absoluta cesacion de hostilidades, la qual sea seguida de una renuncia entera de todo pretendido derecho sobre nosotros, y de la restitucion de todos aquellos terrenos que habéis ocupado en nuestras provincias. Vosotros al contrario, baxo de este nombre queréis nuestra sujecion, la qual, jamas consentiremos mientras nos Quede sangre en las venas."
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