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Compendio de la Historia civil
mado de tal modo, que al presente, segun se dice, el comercio en aquellas partes, por causa de ellos, está casi enteramente interrumpido [a]. Estas hostilidades sin embargo ha mu-
chos
 
  1. Diremos alguna cosa, á este proposito de lo que observamos en nuestro tránsito por estas regiones. El 27 de Abril de 1783 partimos en posta de Mendoza para Buenos Ayres, luego supimos de las gentes que encontrábamos, que los Indios Pehuenches habian salido á sus correrias, y poco despues nos dieron la funesta noticia de los estragos que cometieron en el Pago de la Magdalena. Con este motivo no habia casa de posta donde no se hablase melancólicamente de lo expuesto que estaban á sus insultos, y efectivamente vimos algunas casas desamparadas por temor de ellos. En el año anterior, cerca de 300 Indios, tendidos sobre los lomos de los caballos, con las picas arrastrando hácia tras, para hacer creer que era manada casual de yeguas de las que se suelen ver en aquellas Pampas, se aparecieron en la posta de Gutierrez, y no se atrevieron á atacarla por ser una de las mas bien reforzadas, sin embargo que solo se les presentó á la vista con su fusil el único hombre que habia en ella. Este hombre conoció que los caballos venian gobernados, por la union y direccion que traian, aunque no advirtió los ginetes hasta que estuvieron muy cerca, y despues tuvo la buena precaucion de no dispararles, con cuya reserva tal vez entrarian en rezelo de mayor fuerza, lo que les hizo abandonar la empresa, dirigiendo sus furias contra los infelices moradores de aquellas campañas. No tuvo tan buena suerte el maestro de postas Amatrain, que mataron el mismo año, y un negro que le acompañaba. Algunas postas tienen murallas de palizada, ó de tapia, con su foso y puente levadizo. En la posta de Gutierrez nos contemplábamos muy seguros porque teniamos á la vista los peltrechos, que se compondrian de media arroba de pólvora, y un número correspondiente de balas, y