de los Españoles. Esta disposicion fué aplaudida y aprobada de todos los circunstantes, porque Lautaro, á mas del incomparable servicio hecho á la patria, y la nobleza de su familia, que pertenecía al órden de los Ulmenes, era dotado de singular belleza y afabilidad, y de un valor superior á sus años.
Los pareceres sobre las operaciones de la próxîma campaña fueron diversos; Colocolo con una gran parte de los viejos Ulmenes, queria que antes de todo se limpiase el estado de los establecimientos extrangeros que todavia permanecian en pie. Pero Tucapel, seguido de los mas osados, entre los Oficiales, se oponía á este sentir, diciendo, que en las circunstancias presentes no habia otro partido que tomar que el de atacar en derechura á los Españoles, ya consternados, en el centro de sus colonias, esto es, en la misma ciudad de Santiago, y perseguirlos, si fuese posible, hasta España, aunque ni él, ni alguno de los presentes supiese donde este reyno estuviese situado. Caupolican, aplaudido el consejo de Tucapel, que quizá era el mas útil, se adhirió a la primera opinion, recomendandola como mas segura, y mas ventajosa á la patria.
Mientras se deliberaba en quanto á estos importantes objetos, Lincoyan, que corria la campaña con un destacamento de tropas, ataco y deshizo catorce Españoles que venian de