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del Reyno de Chile
los mejores oradores del pais hacen pompa de su eloqüencia.
De ahí deriva el cuidado que tienen generalmente todos de hablar bien la lengua patria, y de conservar en ella su puridad, mirando sobre todo á no dexar introducir ninguna palabra extrangera; en lo que son de tal modo zelosos, que quando un forastero se establece entre ellos, le obligan á abandonar el propio nombre, y á tomar otro del idioma Chileno. Los Misioneros mismos se veian obligados á conformarse á este singular estatuto si querian merecer la pública proteccion. Tenian mucho que sufrir de este demasiado purismo, porque mientras predicaban, los oyentes los interrumpian amenudo, y con importuna groseria, corregian luego todos los errores de la lengua, ó de la pronunciacion, que se les escapaba. Aunque muchos de ellos sepan perfectamente la lengua Española, así por la freqüente comunicacion que tienen con los Españoles confinantes, como porque, acostumbrados á hablar una lengua dulce, regular, y variada, se adaptan fácilmente á la pronunciacion y sintaxis de los idiomas européos, como observo el Capitán Wallis en quanto á los Patagones, que son verdaderos y reales Chileños[1]; con todo eso,ja-
- ↑ Quando les hablábamos en Inglés, repetian ellos despues de nosotros las mismas palabras, como hubiera-