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del Reyno de Chile
armas, ó los instrumentos mugeriles, con gran cantidad de víveres, y de vasos llenos de chicha, ó de vino, que segun su opinion, deben servirle para su tránsito á la eternidad. Entre ellos hay algunos que matan tambien un caballo, y lo entierran en la misma sepultura. Hecho esto, se despiden con mucho llanto del muerto, anunciandole un feliz viage, y despues lo vuelven á cubrir de tierra y de piedras, en forma piramidal, sobre la qual derraman chicha en abundancia. Es inútil referir la gran semejanza que se encuentra entre estos ritos funerales, y los que se practicaban por los antiguos pueblos del viejo continente.
Al instante que los parientes han abandonado al difunto, una vieja llamada tempulcague, viene, como ellos dicen, en forma de ballena, para llevarlo á los Campos Elisios, pero antes de arribar allí, debe pagar el pasage á otra pésima vieja, que está en cierto paso estrecho, la qual quita un ojo á los pasageros, quando no es puntualmente satisfecha. Esta fábula, como se vé, es muy semejante á la del viejo Caronte, no porque haya sido copiada la una de la otra, sino porque la mente humana, puesta en las mismas circunstancias, se forma las mismas ideas. Las almas, pues, separadas de los cuerpos, exercitan en la otra vida las mismas, funciones que exercitaban en esta, solamente que allá no padecen ninguna fati-ga
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