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Compendio de la Historia civil

Consultan en todos sus negocios de conseqüencia á los adivinos, ó sean los charlatanes de lo por venir, que se llaman ya Lligua, ya Dugol (los hablantes) entre los quales algunos se venden por Genguenu, Genpuñu, Genpiru, &c. Es decir, por los dueños del cielo, de las epidemias, y de los gusanos, porque se jactan, como los Lamas del Tibet, de poder hacer llover, é impedir los tristes efectos de las enfermedades, y de los gusanos destruidores de los granos. Temen mucho á los Calcus, ó sean los pretendidos hechiceros, porque dicen que estos habitan de dia en las cavernas con sus discípulos, llamados Ivunches (hombres animales) y de noche transformandose en páxaros nocturnos, hacen correrias en el ayre, y disparan contra los enemigos sus flechas invisibles. Su credulidad se manifiesta particularmente en las serias relaciones que hacen de las apariciones de fantasmas, y de los duendes, acerca de los quales producen infinitas fábulas. Pero á decir verdad, en materia de supersticiones no hay algun pueblo sobre la tierra que tenga el derecho de reirse de los Araucanos. No obstante de esto hay entre ellos algunos filósofos nátos, que desprecian semejantes patrañas, y se burlan de la necedad de sus compatriotas.

Pero todos estan de acuerdo acerca de la inmortalidad del alma. Esta consolante verdad
es