bre que se sacan anualmente de las minas Chileñas, pero que deben ser muy considerables, reflexîonando que todos los años salen cargados de aquellos puertos para los de España cinco ó seis baxeles, cada uno de los quales cargará veinte mil y mas quintales de cobre: que las recuas de Buenos-Ayres, y las embarcaciones del Perú, empleadas en aquel comercio, extraen todos los años mas de treinta mil quintales para las calderas y demas utensilios que se necesitan en los trapiches; y que el mismo Reyno de Chile hace por su parte un consumo excesivo en los usos domesticos, en los alambiques, en vasijas para el vino y el aguardiente, en la fundicion de la artilleria de sus presidios y de los del Perú, y en la de las campanas de los dos Reynos.
Las minas de cobre están esparcidas por todo el pais: pero no parece sino que las de plata han preferido nacer y permanecer entre el retiro de la soledad y los rigores del frio; pues la mayor parte de las que hasta ahora se han descubierto, estan efectivamente situadas entre los nevados barrancos de la cordillera, ó en sus apéndices exteriores; cuya incomoda situacion, unida á la increible fatiga que se necesita para la depuracion de este metal, es la causa mas poderosa de que la mayor parte de aquellas minas esté, á pe-