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los bastimentos del Cacique Caibilbalam, que guardaban 500 flecheros, para introducirlos á las defensas: presa apreciable que abasteció nuestro ejército por algunos dias. Como no so pudiese avanzar á las murallas, por estar toda la fortaleza circunvalada de aquella profunda barranca, trató Gonzalo de Alvarado de hacer paso á la caballería é infantería por aquella parte del foso por donde pareció menos peligrosa la introducción á la plaza: para este, echando mano de algunos indios, y ayudando los Españoles, que también tomában la pala y el azadón, empezó á abrir paso de bastante anchura; pero como los indios defensores advirtiesen que aquella obra era precisamente para su ruina, procuraron embarazarla con el mayor conato: cubrióse en el instante el pretil interior de la barranca de honderos y otros defensores; mas como éstos no pudiesen acercarse á los nuestros, era mayor el daño que recibían de los arcabuces que el que hacian con sus armas. Trabajaban los Castellanos con grande esperanza de conseguir por este medio la entrada en aquella fortaleza, cuando divisaron un ejercito de 8,000 indios Serranos que dirigían su marcha hacia la campaña de Socoleo: venían éstos no ataviados de ropas ni adornados de plumas, sino embijados y en el trage de indios bárbaros. Con esta novedad, Gonzalo de Alvarado, dejando cubierta aquella batería comenzada y el puesto de su alojamiento á la frente de la fortaleza, con 400 indios y 40 Españoles escogidos á cargo de Antonio de Salazar, recogiendo á un cuerpo lo demás de su campo, salió á recibir al enemigo que le buscaba. Acercáronse ambos campos, acometieron con la mayor pujanza aquellos indios Serranos á los nuestros: una, dos y tres veces, se encendió con indecible furor la batalla, y quizá hubieran estos bárbaros cantado la victoria, si los Castellanos no hubiesen tenido el reparo de los sayos colchados de algodón, en que las flechas quebrantaban su fuerza y la ventaja de los arcabuces y ballestas y la grande ayuda de los caballos y lanzas, con que rompiendo y atropellando las tropas enemigas las ponían en desorden, y finalmente las obligaron á retirarse, dejando funestada aquella campaña con multi-