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nara mejor sus tropas tomando un gran rodeo hácia la parte de Tramontana, hasta acercarse á la trinchera, en donde fueron recibidos con una lluvia de zaeta, vara y piedra, que sin darles tiempo á hacer pie, se vieron precisados á combatir con aquellos indios por largo tiempo. Gonzalo de Alvarado procuró animar á su gente, haciéndole presenta el servicio de Dios y honra de la nación, que en esto se conseguía, y mandó dar el asalto á la trinchera: encontraron los Españoles gran resistencia en los defensores; pero Alonso Gómez de Loarca, haciendo esfuerzos con la caballería, ayudado de los indios, hizo venir al suelo parte de la trinchera, con lo que se abrió bastante brecha, para que asi los caballos como los infantes pudiesen introducirse dentro las defensas de los Mazatecos. Y aunque todavía estos indios intentaron mantenerse con vigor y bizarría; mas no pudieron resistir a la fuerza de los caballos y de las armas españolas, y asi hubieron de rendirse, quedando muchos muertos en el campo. Conseguida esta victoria, se tomó posesión de aquel lugar en nombre del Emperador y pasó el ejército á otras acciones militares, dejando en aquel pueblo de Mazatenango el presidio conveniente á nuestra seguridad.

Apenas se apartaron las tropas españolas de la trinchera de Mazatenango, cuando resonando en la campaña gran rumor de tambores, flautas y caracoles, que llamaron su atención, y á poca diligencia divisaron un ejército de 5,000 indios armados que se les acercaban: (M. S. Xec. fólio 16) parecióle á Gonzalo de Alvarado salir á recibir á lo mas libre de la campaña á estos bien ordenados escuadrones de indios de Malacatan, y acometiendo la caballería á la vanguardia de flecheros, los rompió; porque aunque intentaron los indios resistir el impetu arrojado de los caballos, como no estaban acostumbrados á combatir con brutos, si no era con venados, aturdidos no sabiendo que hacerse, se metían por guarecerse de las lanzas españolas debajo los caballos; pero estas bestias, hollándolos y coceándolos, los dejaron maltratados y estropeados. Mas aunque la vanguardia de flecheros no pudo resistir este avance de la caballería, sos-