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ron al agua y pasaron á nado á una isteleta, donde seguidos de los nuestros, aunque hicieron valiente resistencia, después de largo rato de combate hubieron de rendirse. Conseguido este triunfo por los Españoles, condujeron á tierra gran número de prisioneros: pasaron á el saco de los pueblos de la ribera, que habían abandonado sus dueños, y al dia siguiente marchó todo el ejército para Atitlan. No tuvieron nuestras tropas obstáculo que vencer en el camino y llegando á la gran corte del Señorío de los Zutugiles, la hallaron desierta y asolada, cosa que no se esperaba del valor y obstinación de estos indios. Para mejor asegurarse mandó Don Pedro de Alvarado que la caballería corriese la tierra, temiendo que aquella retirada de los de Atitlan, fuese ardid para coger á los nuestros desprevenidos; pero habiendo ejecutado la órden de su General, no encontraron indicio alguno de emboscada, ni de otra cosa que causase sospecha; antes por el contrario volvió la caballería con dos Caciques prisioneros. De estos se sirvió el Adelantado para hacer embajada al Rey é indios principales de aquella comarca, exhortándolos á que viniesen de paz á la obediencia del Rey de España, y que volviesen á residir á sus pueblos, donde se les entregarían todos los prisioneros, y serian muy bien vistos y honrados; pero que de lo contrario los hostilizaría y debelaría, como había hecho con los de Utatlan. Habían las desgracias pasadas rebajado mucho la antigua altivez de los Zutugiles, y asi, procurando colorar con algún titulo especioso su rendimiento, respondió el Rey, asistido de los principales y Caciques, de esta manera: Desde el Señor Axiquat, que estableció este Reino, aunque los Reyes convecinos procuraron sujetar por armas la tierra, jamas lo consiguieron. Pero sin embargo, yo aficionado al valor y esfuerzo de los Españoles, conociendo sus triunfos y bizarría, quiero con mis Caciques y principales cabezas de mi Señorío, ser amigo y dar la obediencia á tan gran Monarca, como el emperador de Castilla, que tan valientes y esforzados vasallos tiene.

Fué imponderable el gozo y contento del ejército español, viendo consumada esta ardua empresa, sin nece-