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Tanub, que dentro de breves dias murió.

Sucedóile su hijo primogénito Tecum Umam: este Principe no tuvo tiempo de darse al sentimiento de su difunto padre, porque los correos ó Tzamaheles, que por instantes se repetían avisando la cercania de los Españoles, lo obligaron á entregarse todo á las disposiciones y preparativos de la campaña. Llegó el ultimo aviso de que el Capitán Tonatl y sus Teules habían salido de Soconusco para la espugnacion de Xelahuh ó Quezaltenango: era este lugar el mayor, el mas importante y bien defendido de todo el señorío del Quiché; pues se asegura tenia dentro de sus muros 80,000 hombres de defensa; pero sin embargo de esto, la fama de los triunfos de los Castellanos hicieron desconfiar á Tacum Umam; y asi salió este Monarca de su córte de Utatlan, con suma autoridad y grande pompa, dentro de sus andas, á hombros de los primeros señores de su Reino, precedido de grande aparato y música de flautas, cornetas, tambores, y de 62,000 hombres de guerra al mando de su Capitán Ahzol y de su Teniente Ahzumanche y el gran rodelero del Rey Apocob con otros oficiales, gran número de quitasoles, de pluma y abaniqueros de la persona del Rey, todos bien armados y prevenidos para la defensa. Seguía al ejército una innumerable multitud de indios Tamemes (asi llaman á los indios de carga), con el fardage y bastimentos para la tropa. Llegaron con mas ligeras jornadas que lo permitía la grande ostentación y comitiva de aquel Cacique, á la populosa ciudad de Chemequeña ó Totonicapam, donde se hizo mas numeroso el ejército de Tecum Umam, con muchos señores y las fuerzas de ocho castillos y de diez y ocho pueblos de aquella jurisdicción que hacían el número de 90,000 guerreros. Siguió sus marchas el Rey del Quiché, y en el Pinar de Quezaltenango se le agregaron otros diez señores, con magnífico tren y lucida prevención de armas y víveres y vistosas galas é insignias de sus oficios, los cuales conducían 24,000 soldados: en el mismo sitio engrosaron el ejército otros 46,000 combatientes, adornados de grandes penachos de plumus de diversos colores, bien proveídos de todo género de armas, y sus cabos con cueros de pieles de leones, tigres y osos,

Juarros.— Tomo II. 16