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licencia para volver á la Taguzgalpa.

Por Abril del año de 1619 partió para Trujillo el apostólico varón Fr. Cristóval Martínez; acompañado del Hermano Fr. Juan Vaena, Religioso lego de gran virtud; pero todavía quiso el Señor probar el valiente espíritu y constancia de su siervo, pues habiendo llegado a Trujillo, no hallaron nave que los condujese á su destino, y pasando á la Habana, aunque les dio el Gobernador una fragata, que los llevase al cabo de Gracias á Dios, no les permitieron los vientos arribar á dicho cabo, y asi tuvieron que volverse á Trujillo. Aqui les persuadieron esperasen el mes de Marzo, que es el tiempo propio de navegar para Barlovento, y que para ese mes estaba aprestando una fragata el Gobernador con el destino de hacer viage á Jamaica, y que hallándose situada la Taguzgalpa en el camino, sería fácil desembarcarlos en sus costas. Asi se verificó; pues habiéndose hecho a la vela el 16 de Febrero de 1622, llegaron con próspero viage al deseado cabo de Gracias á Dios, á quien las dieron repetidas, besando la tierra que después habían de regar con su sangre; y habiendo saltado en tierra los dos Religiosos y cuatro indios de la isla de Roatan, que llevaban por intérpretes, despidieron con singular resolución la fragata, quedando solos en tierra desconocida, cercados de indios bárbaros, sin mas recurso que la protección Divina. Valiente hecho! que deja muy atrás la decantada hazaña de Cortés; pues si este Capitán mandó barrenar las naves en que había arribado á Vera-Cruz, quedando entre indios bárbaros, carnívoros, sin recurso alguno, ni modo de salir de aquel pais, iba acompañado de muchos soldados valerosos que le ayudasen y Capitanes entendidos que le aconsejasen, tenía armas de fuego y gran pericia militar, de que carecian sus contrarios. Pero dos Frailes pobres, sin mas armas que el evangelio y la paciencia, entre los indios caribes, acostumbrados á devorar á sus semejantes, es cosa que causa la mayor admiración.

Halláronse nuestros misioneros en un páramo donde no se veia rastro de que hubiese habitado el género humano; pues aunque solía asomar uno ú otro indio, al punto se volvían corriendo. En esta soledad pasaron dos dias: