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gigante llamado Goliat, que tenia mas de tres varas de alto; y sin hablar de otros, el dia 14 de Agosto de 1800 llegó á esta capital Martin Salmeron, natural de un lugar del Obispado de la puebla de los Angeles, poco menor que Goliat, pues tenia dos varas y dos tercias de alto, pero de cuerpo proporcionado: de lo cual pueden ser testigos los habitantes de esta ciudad, que dieron un real para verlo. Y quiso la contingencia que, cuatro meses después, se dejase ver en esta Metrópoli un hombrecillo, natural del pueblo de Jalapa, en esta provincia de Chiquimula, que teniendo veinticuatro años de edad, no tenia mas que vara y cuatro pulgadas de alto, siendo por lo demas proporcionado.

Hubo también en la provincia de Chiquimula, á principios del siglo 17, un monstruoso dragón, que saliendo de la Verapaz, asolaba las haciendas de un Fulano Arriaza. Por este tiempo era tanta la abundancia de ganado mayor en esta comarca, que no pudiéndose consumir, se alzaba y retiraba á los montes, y los dueños por no perderlo todo, pagaban vaqueros que jarretasen las reses, para aprovecharse del sebo y cuero. En este ejercicio de jarretar era diestrísimo cierto Mulato, cuyo verdadero nombre se ignora, pero era conocido con el de El Niño Sentado, porque á todas horas y en todos tiempos, estaba sentado á caballo. Tuvo noticia de este vaquero el referido Arriza, y llamándolo, después de advertirle el riesgo del dragón, se concertó con él, para que entrase á su hacienda á jarretar el ganado, antes que la espresada vestia lo consumiese: entró, pues, el Niño Sentado, en la hacienda, acompañado de otros; mas lo mismo fué comenzar á moverse el ganado, que levantar el dragón el vuelo con grande estrépito y venirse sobre el vaquero; pero este, nada cobarde, batalló con él, diestro y animoso por largo rato, hasta que á fuerza de heridas calló el dragón al suelo y alli lo acabó de matar. Hizose el debido aprecio de esta hazaña y pintado en un lienzo el combate del Niño Sentado con el dragón, se colocó para eterna memoria en los corredores bajos del Cabildo; y asegura el cronista Don Francisco de Fuentes, que hombres ancianos refirieron haber visto este cuadro en el espre-