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lib. 3º cap. 15, 16, 17 y 18). Estas coplas hicieron que las aprendiesen cuatro indios cristianos, que comerciaban con los de Sacapulas y el Quiché, en donde habiéndolas oido cantar el Cacique principal de aquella tierra, que despues se llamó Don Juan, les pidió le esplicasen por menor aquellas cosas que cantaban, tan nuevas para él. Los indios se escusaron de hacerlo por su ignorancia y le dijeron que eso solo los Padres podrían hacerlo; pero que estos eran tan buenos, que si los enviaba á llamar, vendrían á esplicarle aquellos misterios. Animado el Cacique con estos informes, mandó á un hermano suyo con varios presentes para los Padres, suplicándoles viniesen á declararle todo lo que se contenia en las canciones de los indios mercaderes. Recibieron los Religiosos á este embajador con mucho agrado y determinaron fuese con él Fr. Luis Cáncer. Saliólo á recibir con gran veneracion el Cacique, hasta la entrada del pueblo, é instruido en los misterios de nuestra religion, abrazó con todas veras la fé de Jesucristo, quemó sus ídolos y él mismo se hizo predicador del evangelio á sus vasallos.

Volvía el P. Fr. Luis Cáncer á Guatemala y con las buenas noticias que trajo, llenos de gozo y alegría los Padres Fr. Bartolomé de las Casas y Fr. Pedro de Ángulo, partieron para el Señorío del Cacique Don Juan, por el mes de Diciembre de 1557: visitaron toda aquella comarca y pasaron á la provincia de Tezulutlan, donde fueron bien recibidos; y habiendo reconocido parte de ella, volvieron á casa de Don Juan. En este tiempo trataron los Religiosos de juntar á los indios en pueblos; pues viviendo dispersos no se podían doctrinar, ni civilizar: con esta mira se empeñaron en fundar pueblos y de pronto, aunque con grandes trabajos y oposiciones, ayudados del Cacique Don Juan, consiguieron establecer el pueblo de Rabinal. Dado este paso con prosperidad, se fueron internando en la provincia y llegaron hasta Coban; y en todas partes eran muy bien recibidos de los indios.[1] Asegura Fr. Bartolomé de las Casas, en


  1.  Se nos podrá notar de inconsecuentes y de que nos con-