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ta de común acuerdo la campaña, en un momento se dispusieron los apáratos y previnieron los pertrechos de guerra. Resonaron por toda la comarca los estruendos militares, sin saber á que parte convecina amenazaba aquel nublado: el Rey Kachiquel, el Zutugil y los Señores de Rabinal y de los Mames se previnieron á resistir la hostilidad; mas disparada la tempestad contra Lahuhquich, Señor de los Mames, salió éste al encuentro á aquel torrente. Era el ejército de Don Kicab muy numeroso y veterano, marchaba conducido de trece banderas, á cargo de varios Capitanes, asistidos de la persona de su Rey. El de Lahuhquich, aunque no tan numeroso era respetable, é iba regido por grandes Señores de aquella nación. Acercáronse ambos campos y con el estruendo de sus instrumentos bélicos, con el gran clamor, vocería y silvos desmedidos de una y otra parte y con su furiosa embestida resonaron las selvas y campañas, como en tiempo de una espantosa tempestad: fué terrible la refriega y muchos los que murieron de ambos ejércitos, al corte de las espadas de piedra chay y los distantes al golpe de las zaetas y de las hondas; pero se mantivieron con la maypr firmeza en la batalla todo el tiempo que les duró el día. Entrada la noche, recogió Don Kicab sus Ouichées y se alojó sobre la cumbre de una eminencia y los Mames en la parte inferior. Luego que rayó el alba del siguiente día, provocaron los Quichées á los Mames, con una espesa lluvia de piedras y zaetas, que haciendo grande estrago en éstos, los puso en precisión de acometer á la eminencia; pero siendo dominados del ejército de Don Kicab, como superior en sitio, fué en breve tiempo desbaratado y roto el ejército de Lahuhquieh, que tomando la retirada en buen orden, hizo alto á mucho trecho de la campaña: aqui esperó largo tiempo, hasta que descendiendo de su alojamiento los Quichées, que se creian dueños del campo, cometieron de nuevo: fueron recibidos de los Mames con constancia y bizarría, obligándolos á irse retirando á su eminencia en tropas pequeñas: siguió al alcance el ejército de los Mames á los últimos tercios de aquella retirada, con súbita presteza y osadía: mantuvié-