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nando el asedio de Totonicapam; pero enfermando gravemente de la aceleración de aquella marcha, murió dentro de pocos dias, con mucho sentimiento de su pueblo. Mas no por esto cesó en su marcha el ejército, regido por el Teniente General Manilahuh, hasta avistarse con el campo de los Quichées: es indecible el furor y saña con que se acometieron de una y otra parte; pero siendo el escuadrón del Rey Kicab mas difícil de romper por unido y doblado, que la ordenanza débil y estendida de Manilahuh, fué ésta en menos de una hora de pelea, rota y destrozada, quedando en el campo el Teniente General y muchos principales de los Atitanecos; y cantando la victoria los Quichées, retiraron su ejército a la corte de Utatlan. No sabemos con individualidad los sucesos de las armas de estas dos coronas en los reinados de los siete Monarcas del Quiché, que sucedieron á Kicab I; pero es constante que estos dos Reinos nunca estuvieron largo tiempo en paz; porque habiendo perdido el Zutugil muchas de sus posesiones, en las campañas que hemos referido, siempro estuvo con el anhelo de recuperarlas y por este motivo se encendió la guerra muchas ocasiones entre estos Señoríos.

Pero, fuera de las campañas que hubo entre estos dos Reyes, Quiché y Zutugil, también las hubo entre los otros Monarcas: entre éstas es digna de memoria la injusta guerra que declaró Don Kicab II de este nombre y X Rey de Utatlan al Cacique Lahubquich, Señor de los Mames (M. S. Xecul tit. Ahpopquchan fol. 11 y 12). Hallándose Don Kicab con bastantes fuerzas para emprender cualquiera facción, convocó á sus Capitanes á junta militar y les propuso la multiplicación de los subditos de la corona del Quiché y la cortedad de sus tierras para tan gran multitud; y por otro lado la grande estension de las de los Mames, gente miserable, que con menos tierras les bastaba: que sujetándolos á su obediencia los estrecharía á un corto territorio y se aprovecharían los Quichées de lo restante. No fué menester mucha retórica para persuadir á quellos Capitanes que conviniesen en el dictáamen de su Rey; y así, resuel-