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tugil (que muy en bravo habia recuperado la salud), que no era solo de defender sus plazas, sino tambien de asaltar las que pudiese del Señorío del Quiché, lo puso en necesidad de mantener un ejercito numeroso. Para estorbar los proyectos del Zutugil, determinó el de Utatlán asediar por todas partes los Estados de Rumal-Ahaus y de sus auxiliares, para que no pudiese pensar sino en defender sus tierras; y con esto designio, juntó un ejercito de 200,000 combatientes y lo derramó por todos los confines del Reino de Atitan, haciendo la guerra por siete partes á un mismo tiempo. Mas aunque el Rey Iquibalam logró que sus tropas sorprendiesen y sujetasen á su dominio muchas ciudades y lugares de los Señorios de los Pipiles y Zapotitlan, esto fue á costa de muchas vidas y de inmensos trabajos; y solo en la campaña del Pinar perdieron los Quichées mas de 8,000 hombres. Interim estas cosas pasaban en el campo, terminó su vida el Rey Iquibalam, llenando con su muerte al Reino de Utatlan de soledad y llanto, porque fué un Principe de esquisita industria y de gran madurez, acompañada de largas esperiencias.

Por la muerte de este Monarca fué llamado á la corona de Utatlan Kicab, que subió al trono de edad provecta y con largas esperiencias de ambos gobiernos, politico y militar, en que mostró un clarisimu juicio y gran prudencia. Asi mismo sucedio en el Reino de Atitan á Ramal-Ahaus, su Teniente General Chichiahtulú. Este segundo, que con el baston de Teniente General había alcanzado grandes ventajas sobre los Quichées en la memorable campaña del Pinar, empuñando el cetro Zutugil, puso sitio á la famosa plaza de Totonicapam: el Rey Kicab, no solo opuso un formidable ejército á los intentos del Chichiahtulú, sino que alistando 60,000 infantes, dio con ellos sobre muchas ciudades y pueblos de los Pipiles y Zutugiles, entre ellas la de Patulul; y aunque los gohernadores de estas plazas hicieron grandes esfuerzos por defgenderlas, ni puedieron resistir á las superiores fuerzas de los Quichées, que se señorearon de ellas. Viendo Chichiahtulú perdidas sus mejores posesiones, vino á ligeras marchas á defenderlas, abando-