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intervalos.

Llegado el tiempo de la marcha, se hallaron acuarteladas en las floridas fertiles campañas del Quiché ochenta mil soldados veteranos, bien pertrechados; los que se dirigieron acia los confines de Atitan, á cargo del Teniente General Matucotah, llevando en el centro del escuadrón al Rey Balam-Acán, en sus ricas andas de oro y esmeraldas, cargado por Caballeros de su corte, ataviado con tres coronas y otros adornos. No se ocultaron á Zutugilebpop, Rey de Atziquinahay ó Atitán las prevenciones del Rey de Utatlan y conocia la superioridad de sus fuerzas; asi hizo embajadas para que le ayudaen en estas guerra, no solo á los Caciques sujetos á su jurisdiccion, sino tambien á los de Zapotiilan y Soconusco: y aunque estos se le escusaron, por estar en guerras con algunos Señores de sus confines, pero los Pipiles, que se hallaban sin embarazo, le auxiliaron con grande empeño. Como Balam-Acán podía invadir los Estados de su rival por varias partes, éste se mantenia en su corte con 60,000 hombres, atendiendo á los movimientos del ejercito enemigo. Acometió el General Quiché, Maucotah, al lugar de Polopó, plaza que defendia Jopincabe, con 4,000 soldados; pero muerto dicho Capitan á los primeros encuentros con 500 defensores, quedaron los Quicbées dueños de Polopó. Apoderáronse después de la populosa ciudad de Chico Chin, no sin perdida de los suyos. Dejó Balam-Acán guardada esta plaza con 5,000 soldados á cargo del Cacique Toilyahza y mandó á Maucotah marchase contra Átitan con 30,000 infantes, y el mismo Rey le seguía, llevando 60,000 combatientes. Sabiendo Zutugilebpop los destrozos que hacían en sus tierras las tropas enemigas, les salió al encuentro con un ejército de 60,000 hombres, mandado por Iloacab, su General y cómplice en él robo de las infantas: se trabó entre los dos ejércitos la batalla mas terrible y obstinada que se había visto en estos países: la sangre que se derramó de una y otra parte, fue tanta, que cubierto el campo con sus esmaltes, ya no se veía el verdor de la yerba: era el ardimiento de unos y otros tan grande, que no tuviera fin el combate,
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