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parroquias sino tambien de las Iglesias de regulares. cadáveres no se enterraban en los templos, porque eran tantos, que hubieran podido causar mucho daño con su corrupcion, y asi se bendijeron tres cementerios, fuera de la Ciudad, para dar sepultura á los viruelientos. En esta ocasion, se dejó admirar el zelo de los individuos del Noble Ayuntamiento, que con el mayor empeño se aplicaron al socorro de los pobres efermos, encargándose cada Regidor de un cuartel de la Ciudad y no faltando uno de pié en el hospital, que se estableció para los apestados, en una casa de campo. Ésta fué la vez primera que se practicó en Guatemala la inoculacion; y á la verdad, con muy feliz éxito, pues habiendo sido tantos los que perecieron del contagio, pocos ó ningunos fueron los inoculados que murieron.




APÉNDICE AL CAPITULO III DE ESTE TRATADO.

Hemos dado en el referido capitulo tercero, con la exactitud y concision que nos ha sido posible, la historia de la Santa Iglesia Catedral de Guatemala; y por no cortar el hilo á la serie de sus fastos, no hemos tratado sino de una ú otra de sus fiestas. Mas pareciéndonos se estrañará el que no demos alguna noticia de ellas en este Cronicon, lo hacemos en el presente apéndice, comenzando por la estraordinaria solemnidad y regocijo, con que se celebró su exaltacion á Metropolitana y la imposicion del Palio á su Ilustrisimo Prelado.

Era muy justo que se celebrase con los mayores transportes de júbilo y con las muestras mas espresivas de alegría, la exaltacion de esta Santa Iglesia á Metropolitana; así porque por este medio se constituía la segunda Iglesia del continente, como porque se veía conseguida una pretension que se habia promovido muchos años, sin suceso, y principalmente por las grandes ventajas que de ella provenían á todo el Reino. Cuando se erigieron Metropolitanas en la América, (pues al principio las Catedrales de Indias eran sufragáneas de la de Se-