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contra todo lo que represente una valla á sus anhelos de libertad.

Ricardo Gutiérrez ha tenido, en medio de lo sublime de su arte, una predilección marcada á descubrir las sensaciones íntimas de los más delicados momentos psicológicos porque atraviesa el alma en la accidentada lucha de la vida.

Por eso sus poesías nos encantan por la serenidad de las regiones á donde nos transportan sus versos, á lo que hay que agregar, la seducción que ejerce la esbeltez de la forma y lo correcto del lenguaje, condiciones relevantes de todas las composiciones de Ricardo Gutiérrez.




Suave y delicada por naturaleza, es la lira de Carlos Guido Spano, nacido el año 1829 en Buenos Aires.

Su musa se mantiene con noble actitud en la región serena, desde la cual se descubren hermosas perspectivas, y donde la pasión, perdiendo su intemperancia, llega á transformarse en dulce y apacible sentimiento.

Su Aurora es un magnífico saludo á

¡El sol! monarca del alto coro
De estrellas, magno, sacro, inmortal;
Guerrero inmenso del casco de oro,
Padre del día bello y triunfal!


Encantan por su novedad, Las horas, y por su lozanía fresca y jóven los ¡Quince años!

Ocupan lugar preferente en sus poesías, las traducciones y arreglos del griego, como Pablo el Silenciario, Rufino, Meleagro, Filodemo, Antipater de Tesalia y algunas otras en que imita á los autores clásicos, con notable semejanza, ya en el carácter, ya en los giros de las frases, uniendo á esto el mérito de ser él el primer traductor de estas composiciones.

Pero en este género, su mejor trabajo es la Oda de Safo á Venus, en que rivaliza con ventaja con otros traductores como Boileau y Deschanel.

Por la ternura del sentimiento que la inspira, y por su ejecución poética, es notable su composición A mi madre.

Una voz interior, un himnno grave,
Vibra en mi seno, ¡oh madre! sin cesar,
Ora navegue en lago azul mi nave,
Ora con furia la quebrante el mar.