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A Rosas — 25 de Mayo de 1850.


Rosas! Rosas! un genio sin segundo
Formó á su antojo tu destino extraño,
Después de Satanás, nadie en el mundo,
Cual tú, hizo menos bién ni tanto daño.
Abortado de un crímen, has querido
Que se hermanen tus obras con tu orígen
Y, jamás del delito arrepentido,
Sólo las horas de quietud te afligen.
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Tu reino es el imperio de la muerte.
Tu grandeza el terror por tus delitos;
Y tu ambición, tu libertad, tu suerte.
Abrir sepulcros y formar proscritos.
Gaucho salvaje de la pampa ruda.
Eso no es gloria, ni valor, ni vida,
Eso sólo es matar porque desnuda
Te dieron una espada fratricida.




Es difícil que se hayan escrito versos más violentos contra persona alguna, como no sean los famosos yambos de Arquiloco é Hiponacte, cuya lectura hacía ahorcarse a las gentes aludidas. Salvo la diferencia entre el puñal y la pluma, hay casos en que el poeta se coloca á la altura del tirano á quien combate y así como Rosas tiene en la historia su salvaje y siniestra grandeza, tienen también los versos de Mármol cierta poesía bárbara y desgreñada que los hace inolvidables.

Pero Mármol tiene en su lira otra cuerda más suave y candenciosa, sin la cual su estro hubiera degenerado fácilmente en convulsión epiléptica.

Bullen entre sus Armonías, composiciones de verdadera inspiración, como la titulada Cristóbal Colón.

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Si no te han dado monumento humano.
Si no hay Colombia en tu brillante historia
¿Qué importa? ¡eh! tu nombre es el océano,
Y el Andes la columna de tu gloria.
Qué navegante tocará las olas
Donde se pierde la polar estrella,
Sin divisar en las llanuras solas
Tu navío, tus ojos y tu huella?