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MANUEL MANQUILEF

su corneta a fin de no despertar la sospecha i por ser la señal convenida de sus bravos capitanes aucas.

13.—Futa wirarün mai allkütui ka pu winka kai los indio, los indío piņun. Aukiñ reké allküfalí ta che ñi wirarün. 13.—Un chivateo jeneral se deja sentir i el grito de los indios! los indios! repercutia a la distancia como el eco del primero.
14.—Waiki eņu winka kuchillu eņu trawí ñi watroal eņun ka mütratun meu mapu meu pui ta kainé kalül em. 14.—La espada i la lanza se quebran i los robustos i formidables brazos dan por tierra con el acérrimo enemigo.

Quilapan, Montri i Huentecol con la arrogancia del jeneral osado i diestro en la direccion del combate, animan a los suyos, corren de un lado a otro, tratando que en esa lucha a muerte no desmaye ese bravo indio.

Quilapan, con la lanza en el aire i con la fiereza aterradora, pareció sentir bajo su tostada epidérmis el calor de un fuego intenso, de un ruido semejante al débil susurro de sollozos i suspiros humanos, i era un no se qué confuso que despierta en el corazon piedad, dolor i espanto.

Quilapan levanta la lanza i quiere repetir con furor el golpe, cuando oye salir de las profundidades de la tierra un doloroso jemido, que convertido en frases para él conocidas le esclamó:» ¡oh Quilapan! guerrero audaz i temerario que te osaste penetrar hasta este recinto; tú, gran araucano, no eres tan cruel como valiente, perdona, por eso, a este recinto i no turbes la paz de estas almas que son las hermanas i las amigas de tus almas!»

Quilapan reconoce la voz; es tan semejante a la de su querida chilena cautiva; piensa en ella i moviendo pausadamente la cabeza, toca su clarin i emprende la retirada.

¡Ai de mí! ¡Lo que puede el recu erdo de la mujer que se ama!

15.—Femņechi mai ta koniņun Encol waria meu futake kauchú ñiwá wechafe, femņechi mai, piam, yeņekei ta winká yem! 15.—Tal es la entrada a Angol i el modo como el guerrero mapuche engañó a tantos espertos vencedores del Rimac.