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porque, siguiendo los nuestros el alcance, las fueron apresando una por una, a excepción de muy pocas, que, sobreviniendo la noche, pudieron arribar a tierra, con ser que duró el combate desde las diez de la mañana hasta ponerse el sol.

XVI. Con esta batalla se terminó la guerra de los Vaneses y de todos los pueblos marítimos, pues no sólo concurrieron a ella todos los mozos y anclanos de algún crédito en dignidad y gobierno, sino que trajeron también de todas partes cuantas naves había; perdidas las cuales, no tenían los demás dónde guarecerse, ni arbitrio para defender los castillos. Por eso se rindieron con todas sus cosas a merced de César, quien determinó castigarlos severísimamente, a fin de que los bárbaros aprendiesen de allí adelante a respetar con mayor cuidado el derecho de los embajadores. Así que, condenados a muerte todos los senadores, vendió a los demás por esclavos.

XVII. Mientras esto pasaba en Vanes, Quinto Titurio Sabino llegó con su destacamento a la frontera de los Unelos, cuyo caudillo era Viridovige, como también de todas las comunidades alzadas, en donde había levantado un grueso ejército. Asimismo en este poco tiempo los Aulercos, Ebreusenses y Lexovios, degollando a sus senadores porque se oponían a la guerra, cerraron las puertas y se ligaron con Viridovige, juntamente con una gran chusma de bandoleros y salteadores que se les agregó de todas partes, los cuales, por la esperanza del pillaje y aflción a la milicia, tenían horror al oficio y continuo