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guerra, puso el caso en consulta. Entre los vocales, a vista de peligro tan grande, impensado y urgentey de las alturas casi todas cubiertas de gente armada, sin poder ser socorridos con tropas ni víveres, cerrados los pasos, dándose casi por perdidos, eran algunos de dictamen que, abandonado el bagaje, rompiendo por medio de los enemigos, por los caminos que habían traído, se esforzasen a ponerse en salvo. Pero la mayor parte fué de sentir que, reservado este partido para el último trance, por ahora se probase fortuna, haciéndose fuertes en los reales.

IV. A poco rato, cuanto apenas bastó para disponer y ejecutar lo acordado, los enemigos, dada la señal, hételos que bajan corriendo a bandadas, arrojando piedras y dardos a las trincheras. Al principio los nuestros, estando con las fuerzas enteras, se defendían vigorosamente, sin perder tiro, desde las barreras, y en viendo peligrar alguna parte de los reales por falta de defensores, corrían allá luego a cubrirla. Mas los enemigos tenían esta ventaja: que cuando unos, rendidos de cansancio por el continuo pelear, se retiraban del combate, los reemplazaban otros de refresco, lo que no era posible por su corto número a los nuestros, pues no sólo el cansado no podía retirarse de la batalla, mas ni aun el herido desamparar su puesto.

V. Continuado el combate por más de seis horas, faltando no sólo las fuerzas, sino también las armas a los nuestros, cargando cada vez con más furia los enemigos, como por la suma flaqueza de los nuestros comenzasen a llenar el foso y a querer for-