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mitiéndolos al principio del verano siguiente. Con eso, repartidas las legiones en cuarteles de invierno por las comarcas de Chartres, Anjou y Tours, vecinas a los países que fueron el teatro de la guerra, marchó la vuelta de Italia. Por tan prósperos sucesos, leídas en Roma las cartas de César, se mandaron hacer fiestas solemnes por quince días[1], demostración hasta entonces nunca hecha con ninguno.


  1. Estas fiestas se hacían por decreto del Senadoabriendo todos los templos de los dioses y cerrando los tribunales y oficinas, para que hombres y mujeres acudiesen libres de otros negocios a los sacrificios en acción de gracias por la victoria conseguida.