Página:Comentarios de la guerra de las Galias (1919).pdf/79

Esta página no ha sido corregida
75
 

soldados, infiriendo de la fuga de los caballos y gastadores la triste situación y riesgo grande que corrían las trincheras, las legiones y el general, no perdieron punto de tiempo.

XXVII. Con su llegada se trocaron tanto las suertes, que los nuestros, aun los más postrados de las heridas, apoyados sobre los escudos, renovaron el combate. Hasta los mismos furrieles, viendo consternados a los enemigos, con estar desarmados, se atrevían con los armados, y los caballeros, por su parte, queriendo borrar con proezas de valor la infamia de la huída, combatían en todas partes, por aventajarse a los soldados legionarios. Al tanto los enemigos, ya sin esperanza de vida, se portaron con tal valentía, que al caer de los primeros, luego ocupaban su puesto los inmediatos, peleando por sobre sus cuerpos; derribados éstos y amontonados los cadáveres, desde los cuales como de parapeto nos disparaban los demás sus dardos, recogían los que les tirábamos y volvíanlos a arrojar contra nosotros: así que no es maravilla que hombres tan intrépidos osasen a esguazar un río tan ancho, trepar por ribazos tan ásperos y apostarse en lugar tan escarpado: y es que todas estas cosas, bien que de suyo muy difíciles, se las facilitaba su bravura.

XXVIII. Acabada la batalla, y con ella casi toda la raza y nombre de los Nervios, los viejos, que, según dijimos, estaban con los niños y las mujeres recogidos entre pantanos y lagunas, sabedores de la desgracia, considerando que para los vencedores todo es llano y para los vencidos nada seguro, en-