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los costados y coger en medio a los nuestros. Hecho esto, y dejadas en los reales las dos legiones recién alistadas, para poder emplearlas como refuerzo en caso de necesidad, puso las otras seis delante de ellos en orden de batalla. Los enemigos asimismo fuera de los suyos tenían ordenada su gente.

IX. Una laguna no muy grande se extendía entre los dos ejércitos. Esperaban los enemigos a que la pasasen los nuestros. Los nuestros estaban a la mira para echarse sobre los enemigos atollados, si fuesen ellos los primeros a pasarla. En tanto los caballos andaban escaramuzando entre los dos ejércitos. Mas como ninguno de los dos diese muestras de querer pasar el primero, César, contento con la ventaja de la caballería en el choque, tocó la retirada. Los enemigos al punto marcharon de allí al río Aisne, que, según se ha dicho, corría detrás de nuestros cuarteles, y habiendo descubierto un vado, intentaron pasar parte de sus tropas, con la mira de desalojar, si pudiesen, al legado Quinto Titurio de la fortificación que mandaba y romper el puente, o, cuando no, talar los campos Remenses, que tanto nos servían en esta guerra proveyéndonos de bastimentos.

X. César, avisado de esto por Titurio, pasa el puente con toda la caballería y la tropa ligera de los Númidas con los honderos y flecheros, y va contra ellos. Obráronse allí prodigios de valor. Los nuestros, acometiendo a los enemigos metidos en el río, mataron a muchos, y a fuerza de dardos rechazaron a los demás, que, con grandísimo arrojo, pretendían