Página:Comentarios de la guerra de las Galias (1919).pdf/48

Esta página no ha sido corregida
44
 

gión le debía particulares finezas, y él se prometía muchísimo de su valor."

XLI. En virtud de este discurso, se trocaron maravillosamente los corazones de todos, y concibieron gran denuedo, con vivos deseos de continuar la guerra. La legión décima fué la primera en darle por sus tribunos las gracias por el concepto ventajosísimo que tenía de ella, asegurando estar prontísima a la empresa. Tras ésta, luego las demás, por medio de sus tribunos y de los centuriones de la primera cohorte, dieron satisfacción a César, protestando que jamás tuvieron ni recelo ni temor, ni pensaron sujetar a su juicio, sino al del general, la dirección de la campaña. Admitidas sus disculpas, y habiendo tomado lengua de camino por medio de Diviciaco, de quien se fiaba más que de los otros Galos, con un rodeo de casi cuarenta millas a trueque de llevar el ejército por lo llano, al romper del alba, conforme había dicho, se puso en marcha. Y como no la interrumpiese, al séptimo día le informaron los batidores que las tropas de Ariovisto distaban de las nuestras veinticuatro millas.

XLII. Noticioso Ariovisto de la venida de César, envíale una embajada, ofreciéndose por su parte a la conferencia antes solicitada, ya que se había él acercado y juzgaba poderlo hacer sin riesgo de su persona. No se negó César, y ya empezaba a creer que Ariovisto iba entrando en seso, pues de grado se ofrecía a lo que antes se había resistido siendo rogado, y concebía grandes esperanzas de que a la luz de tantos beneficios suyos y del pueblo romano, oí-