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prescribía al pueblo romano el modo de usar de su derecho, tampoco era razón que viniese el pueblo romano a poner trabas al ejercicio del suyo. Los Eduos, por haberse aventurado á moverle guerra y dar batalla en que quedaron vencidos, se hicieron tributarios suyos. Que César le hacía grande agravio en pretender con su venida minorarle las rentas. El no pensaba en restituir los rehenes a los Eduos, bien que ni a éstos ni á sus aliados haría guerra injusta, mientras estuviesen a lo convenido y pagasen el tributo anual; donde no, de muy poco les serviría la hermandad del pueblo romano. Al reto de César sobre no disimular las injurias de los Eduos, dice que nadie ha medido las fuerzas con él, que no quedase escarmentado; siempre que quiera, haga la prueba, y verá cuál es la bravura de los invencibles Germanos, diestrísimos en el manejo de las armas, y que de catorce años a esta parte nunca se han guarecido bajo de techado".

XXXVII. Al mismo tiempo que contaban a César esta contrerréplica, sobrevienen mensajeros de los Eduos y Trevirenses. Los Eduos, a quejarse de que los Harudes, nuevamente trasplantados a la Galia, talaban su territorio, sin que les hayan servido de nada los rehenes dados a Ariovisto por redimir la vejación; los Trevirenses, á participarle cómo las milicias de cien cantones suevos cubrían las riberas del Rhin con intento de pasarle, cuyos caudillos eran dos hermanos, Nasua y Cimberio. Irritado César con tales noticias, resolvió anticiparse, temiendo que si la nueva soldadesca de los Suevos se unía