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cuyo dueño fuese César, ni podía mover el ejército a otro lugar sin grandes gastos y dificultades, no comprendía que César ni el pueblo romano tuviesen que hacer en la Galia, que por conquista era suya." XXXV. César, en vista de estas respuestas, repitió la embajada, replicando así: "Ya que después de recibido un tan singular beneficio suyo y del puebloromano, como el título de rey y amigo, conferido por el Senado en su consulado, se lo pagaba ahora con desdeñarse de aceptar el convite de una conferencia, desentendiéndose de proponer y oir lo que a todos interesaba, supiese que sus demandas eran éstas: primera, que no condujese ya más tropas de Germania a la Galia; segunda, que restituyese a los Eduos los rehenes que tenía en prendas, y permitiese a los Sequanos soltar los que les tenían; én suma, no hiciese más agravios a los Eduos, ni tampoco guerra contra ellos o sus aliados. Si esto hacía, César y el pueblo romano mantendrían con él perpetua paz y amistad; si lo rehusaba, no disimularía las injurias de los Eduos, por haber decretado el Senado, siendo cónsules Marco Mesala y Marco PIsón, que cualquiera que tuviese el gobierno de la Galia protegiese a los Eduos y a los demás confederados del pueblo romano, velando así por los intere ses de la República." XXXVI. Respondióle Ariovisto "ser derecho de la guerra que los vencedores diesen leyes a su arbitrio a los vencidos: tal era el estilo del pueblo romano, disponiendo de los vencidos, no a arbitrio y voluntad ajena, sino a la suya. Y pues que él no