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haber perdido los abastos, no tenian en su patria con qué vivir, ordenó a los Alóbroges los proveyesen de granos, obligando a ellos mismos a reedificar las ciudades y aldeas quemadas. La principal mira que en esto llevó fué no querer que aquel país, desamparado de los Helvecios, quedase baldío, no fuese que los Germanos de la otra parte del Rhin, atraídos de la fertilidad del terreno, pasasen de su tierra a la de los Helvecios, e hiciesen con eso mala vecindad a nuestra provincia y a los Alóbroges. A petición de los Eduos, les otorgó que en sus estados diesen establecimiento a los Boyos, por ser gente de conocido valor, y, en consecuencia, los hicieron por igual participantes en sus tierras, derechos y libertades.

XXIX. Halláronse en los reales Helvecios unas memorias, escritas con caracteres[1] griegos, que, presentadas a César, se vió contenían por menor la cuenta de los que salieron de la patria en edad de tomar armas, y en lista aparte los niños, viejos y mujeres. La suma total de personas era: de los Helvecios, doscientos sesenta y tres mil; de los Tulingos, treinta y seis mil; de los Latovicos, catorce mil; de los Rauracos, veintitrés mil; de los Boyos, treinta y dos mil; los de armas llevar eran alrededor de noventa y dos mil: entre todos componían unos trescientos sesenta y ocho mil. Los que volvie-


  1. Registros escritos en lengua céltica con caracteresgriegos, que los Galos habían aprendido de los Griegos de Marsella.