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a los suyos, trabó el choque. Los soldados, disparando de alto a bajo sus dardos, rompieron fácilmente la empavesada enemiga, la cual desordenada, se arrojaron sobre ellos espada en mano. Sucedíales a los Galos una cosa de sumo embarazo en el combate, y era que tal vez un dardo de los nuestros atravesaba de un golpe varias de sus rodelas, las cuales, ensartadas en el astik y lengüeta del dardo retorcido, ni podían desprenderlas, ni pelear sin mucha incomodidad, teniendo sin juego la izquierda; de suerte que muchos, después de repetidos inútiles esfuerzos, optaban por soltar el broquel y pelear a cuerpo descubierto. Finalmente, desfallecidos de las heridas, empezaron a cejar y retirarse a un monte distante cerca de una milla. Acogidos a él, yendo los nuestros en su alcance, los Boyos y Tulingos, que en número de casi quince mil cerraban el ejército enemigo, cubriendo su retaguardia, asaltaron sobre la marcha el flanco[1] de los nuestros, tentando cogerlos en medio. Los Helvecios, retirados al monte, que tal vieron, cobrando nuevos bríos, volvieron otra vez a la refriega. Les Romanos se vieron precisados a combatirlos dando tres frentes al ejército, oponiendo el primero y el segundo contra los vencidos y derrotados, y el tercero contra los que venían de refresco.


  1. César: latere aperto. Quiere decir que acometieron a los nuestros por el costado descubierto, es a saber, por el lado derecho, que no tenían defendido con los escudos, como lo estaba el izquierdo; y esto se debe tener presente siempre que se hable de ataque por el lado descubierto.