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para darles las gracias de haber interpuesto su asistencia y favor para con Antonio, y para recomendarse a sí y a su empleo[1] para el año siguiente, porque se vanagloriaban sus émulos con insolencia de que habían sido creados cónsules Lentulo y Marcelo con el fin de despojar a César de su honra y dignidad, habiendo quitado además el consulado a Sergio Galba, que había tenido más votos y crédito que ellos, por ser muy amigo suyo y su lugarteniente.

LI. Fué recibido César en todos los municipios y colonias con increíbles demostraciones de amor y estimación, por ser esta la primera vez que volvía de la conquista de toda la Galia. Nada quedaba que hacer de cuanto se podía inventar para el adorno de las puertas, caminos y lugares por donde había de pasar. En todas partes salía el pueblo con los hijos a recibirle, en todas partes se ofrecían sacrificios; ocupábanse las plazas y los templos con mesas prevenidas, igualándose la alegría a la del más deseado triunfo: tanta era la magnificencia en los más poderosos, y tanto el entusiasmo de los más humildes.

LII. Habiendo recorrido César toda la Galia togada, volvió con prontitud a Arras a incorporarse con su ejército, y convocadas las legiones para los confines de Tréveris, partió hacia allí y las pasó revista. Dió a Tito Labieno el gobierno de la Lombardía para hacerle más recomendable en la pretensión del consulado. El mismo marchaba sólo lo que le parecía suficiente para conservar la salud de las


  1. Se reflere al consulado.