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nido con la fidelidad y socorros de esta provincia, y concluída la visita, se restituyó a las legiones que invernaban en la Galia bélgica y se alojó en Arras.

XLVII. Aquí supo que Comio había tenido un choque con su caballería, pues habiendo pasado Antonio a su cuartel de invierno, y estando los pueblos de Artois bajo nuestra obediencia, Comio, que después de aquella herida de que arriba se hizo mención, siempre había estado a la mira para que si sus pueblos querían renovar la guerra no les faltase caudillo, se mantenía a sí y a una compañía de caballos con robos, interceptando con correrías diversos bastimentos que se conducían a los cuarteles de invierno de los Romanos.

XLVIII. Estaba a las órdenes de Antonio, en el mismo alojamiento, el prefecto de caballería C. Voluseno Quadrato. Dióle Antonio la comisión de perseguir la caballería del enemigo. Voluseno acompañaba el valor, en que era muy señalado, con el odio grande que profesaba a Comlo; y así hacía con más gusto lo que se le mandaba. Dispuso, pues, varias celadas e hizo algunas salidas contra la caballería enemiga, en que llevó siempre lo mejor; pero últimamente, trabada una recia batalla, y habiendo perseguido Voluseno a los contrarios con demasiado ardor por el deseo de acabar con Comio, llevado por éste algo lejos con precipitada fuga, invocó de repente la fidelidad y socorro de los suyos para que no dejasen sin venganza la herida que recibió con amistad fingida. Dijo. y revolviendo el caballo, se adelantó desapoderadamente sobre el prefecto. Todos los su-