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las personas más principales, y entre ellas el eduo Suro, que, así por su valor como por su nacimiento, era famoso, y el único de este país que se había mantenido hasta entonces en campaña.

XLVI. Avisado César de estas victorias, vistos los buenos sucesos de sus armas en toda la Galia, y juzgando que con la campaña pasada quedaba sujeta y debelada, determinó pasar el resto del verano en visitar la Aquitania, adonde él no había estado en persona, sino que le había rendido en parte por P. Craso. Se puso en marcha la vuelta de ella con dos legiones, y logró esto, como todo lo demás, con presteza y felicidad. Porque todas las ciudades de Aquitania le enviaron embajadores y le dieron rehenes. Lo cual hecho, partió hacia Narbona con una escolta de caballería, y destinó el ejército a los cuarteles de invierno, al mando de sus tenientes. Colocó en la Galia bélgica cuatro legiones, a cargo de los legados M. Antonio, C. Trebonio y P. Vatinio; dos envió a Autun, que eran los pueblos de más reputación y autoridad, entre todos; otras dos alojó en Turena, cerca de Chartrain, para contener a toda la región confinante con el Océano, y las dos restantes en el Limosin, no lejos de Auverna, para que no faltasen tropas en ninguna provincia de la Galia.

Detúvose muy pocos días en la provincia; recorrió prontamente todas las audiencias; juzgó las diferencias públicas; repartió premios entre los beneméritos, porque tenía la mayor habilidad para conocer de qué ánimo había estado cada uno en la universal rebelión contra la república, a quien había conte-