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lamente César que no se lograría sin grave peligro, empezó a formar manteletes enfrente de ella, contra el monte, y a levantar valladar con mucho trabajo y continuos combates. Porque acudían los cercados desde puestos ventajosos, y peleaban a lo lejos sin riesgo, biriendo a muchos que con porfía se arrimaban. Con todo, no se recelaban los nuestros de adelantar los manteletes y vencer con el trabajo y reparos las dificultades del terreno. Al mismo tiempo hacían minas al origen de la fuente, la cual obra podía hacerse sin peligro ni sospecha de los enemigos. Levantóse un valladar de sesenta pies de alto; se colocó en él una torre de diez altos, no que igualase a las murallas, que esta era obra imposible, sino que excediese la situación de la fuente. Desde ella se disparaban dardos con máquinas a las cercanías de la fuente. Los cercados no podían tomar el agua sin mucho peligro; se morían de sed no sólo los ganados y caballerías, sino también las personas.

XLII. Atemorizados de esto, empezaron a disparar contra nuestros reparos barriles llenos de sebo, pez y bardas ardiendo. Al mismo tiempo hicieron una vigorosa salida para estorbar a los Romanos el apagar el fuego con el peligro del combate. En un instante se extendió una llama terrible por nuestras obras. Porque todos los fuegos que arrojaban por aquel sitio precipitado, detenidos en el valladar y el parapeto, incendiaban todo cuanto tropezaban.

Con todo eso, nuestros soldados, aunque se veían apretados de un peligroso combate y un puesto muy contrario, toleraban con el mayor espíritu todos es-