Página:Comentarios de la guerra de las Galias (1919).pdf/301

Esta página no ha sido corregida
297
 

para que no les quedase otra vez disposición de alterar las cosas y mover la guerra. Visitó las otras ciudades, las hizo aprontar muchos rehenes, y aseguró y consoló todos los ánimos temerosos. Llegando a Chartres, en donde dejó dicho César en el libro anterior que se había suscitado la guerra, y entendiendo que los de este país tenían más miedo que todos por el remordimiento de su atentado, para sacarlos más presto del temor, pidió al principal autor de la guerra, Gutruato, para castigarle a su arbitrio. El cual, aunque ni de los suyos se fiaba, con todo, buscado con gran cuidado, fué llevado a los reales. Se vió obligado César a su castigo contra su propio natural, con gran contento de todos los soldados, que le atribuían todos los peligros y daños de la guerra.

Y así, se le dió muerte después de cruelmente azotado.

XXXIX. Aquí tuvo noticia por cartas frecuentes de Caninio de los sucesos con Drapes y Lucterio y de la resolución en que permanecían los cercados.

Cuyo corto número, aunque miraba con desprecio, con todo, juzgaba merecía grave castigo su pertinacia, para que no pensase la Galia que le habían faltado fuerzas, sino constancia para resistir a los Romanos, y para que con su ejemplo las demás ciudades, fiadas en la proporción de sus situaciones, no pensasen en recobrar la libertad, sabiendo que no ignoraban los Galos que no le faltaba ya más que un año de su gobierno, el cual si hubieran podido sostenerse, no tenían que temer otro peligro. Así que dejó a Q. Caleno, su lugarteniente, con dos legiones