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le perdona lo pasado por atención a su hermano Diviciaco, y le pone espías para observar todos sus movimientos y tratos.

XXI. Sabiendo ese mismo día de los batidores que los enemigos habían hecho alto a la falda de un monte distante ocho millas de su campo, destacó algunos a reconocer aquel sitio y qué tal era la subida por la ladera del monte. Informáronle no ser agria. Con eso, sobre la media noche ordena al primer comandante, Tito Labieno[1], que con dos legiones, y guiado de los prácticos en la senda, suba a la cima, comunicándole su designio. Pasadas tres horas, marcha él en seguimiento de los enemigos por la vereda misma que llevaban, precedido de la caballería, y destacando antes con los batidores a Publio Considio, tenido por muy experto en las artes de la guerra, como quien había servido en el ejército de Lucio Sila, y después en el de Marco Craso.

XXII. Al amanecer, cuando ya Labieno estaba en la cumbre del monte y César a milla y media del campo enemigo, sin que se trasluciese su venida ni la de Labieno, como supo después de los prisioneros, viene a él a la carrera abierta Considio con la noticia de que los enemigos ocupan el monte que había, de tomar Labieno, como le habían cerciorado sus


  1. César designa a Labieno con el título de legatus pro pretore: los legados eran los principales auxiliares del general en jefe, pero no tenían ni magistratura ni grado. La bieno, a juzgar por su título, podía en caso de ausencia reemplazar al mismo César.