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desde donde pensaban conducir poco a poco el trigo.

Repartieron entre sí la ocupación, de manera que Drapes quedó de guarnición en los reales con parte de las tropas, y Lucterio conducía a la plaza una porción de caballerías cargadas. Dispuestas por allí ciertas guarniciones, acerca de las cuatro de la mañana empezó a conducir el trigo por caminos montuosos y estrechos. Cuyo estrépito sentido de nuestras centinelas, y enviados batidores que trajesen noticia de lo que pasaba, salió Caninio prontamente con las cohortes de los castillos inmediatos, y al amanecer dió sobre los conductores. Estos, atemorizados del acontecimiento repentino, huyeron a sus escoltas, las cuales cuando fueron vistas de los nuestros, movidos con vehemencia contra ellas, no permitieron que se hiciese un prisionero de todos ellos.

Escapó Lucterio con unos pocos, sin atreverse a parar en los reales.

XXXVI. Logrado este golpe, supo Caninio de los cautivos que parte de las tropas estaban con Drapes en los reales a distancia de diez millas. Confirmado lo cual por otros muchos, y entendiendo que puesto en fuga el uno de los dos capitanes fácilmente podrían ser desbaratados los demás con el miedo, juzgaba gran fortuna el que nadie se hubiese retirado a los reales que llevase a Drapes la noticia de la rota primera. Mas como no veía riesgo en hacer la experiencia, envió delante a los reales del enemigo toda la caballería y la infantería germana, que es de una ligereza increíble. Repartió una legión por sus tres campos, y partió con la otra a la ligera.