Página:Comentarios de la guerra de las Galias (1919).pdf/291

Esta página no ha sido corregida
287
 

buyen las causas de los yerros a los muertos, pero que nadie era tan poderoso que con el flaco ejército de la plebe fuese capaz de emprender y sostener una guerra contra la voluntad de los principales, contradiciéndolo el Senado y oponiéndose todos los buenos. Mas con todo eso, él quedaría satisfecho con aquel castigo que ellos mismos se habían acarreado."

XXIII. A la noche siguiente volvieron los diputados con la respuesta de los suyos, y sin más detención, aprontaron los rehenes. Concurrieron allí mismo los comisionados de otras ciudades que observaban el éxito de los Boveses; trajeron sus rehenes, y obedecieron las órdenes que se les dieron, menos. Comio, a quien el temor no dejaba fiar de nadie su persona. Porque estando César el año antes administrando justicia en Lombardía, averiguó Labieno que este Comio solicitaba las ciudades y tramaba una conjuración contra César, por lo cual, creyendo que sin injusticia podía oprimir su perfidia y que aunque le llamase a sus reales no vendría, por no hacerle más cauto por otros medios, envió a C. Voluseno Cuadrato, que, con pretexto de alguna conferencia, procurase matarle, para cuya empresa le dió unos centuriones escogidos. Habiendo venido a la plática y tomado la mano a Comio, que era la seña acordada, uno de los centuriones, como irritado de la familiaridad tan poco usada, arremetiendo a él, le dejó maltrecho de la primer cuchillada que le descargó en la cabeza, aunque no acabó de matarleporque se lo estorbaron prontamente los que le acompañaban. Unos y otros sacaron las espadas, pensan-