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tan contrarias, informados de la calamidad, muerto Correo, perdida la caballería y la mejor parte de la infantería, y creyendo que vendrían sobre ellos los Romanos, convocada una junta al son de las trompetas, clamaron todos a una voz que se enviasen comisionados y rehenes a César.

XXI. Aprobada por todos esta resolución, Comio se pasó huyendo a aquellos pueblos de Germania de quienes había recibido auxilios para esta guerra. Los demás sin detención enviaron diputados a César, pidiéndole "se contentase con aquel castigo, que aun pudiendo, y sin haber abatido sus fuerzas con la victoria, nunca se le impondría tal por su clemencia y humanidad; que había quedado desbaratado su poder con la batalla ecuestre; habían perecido muchos millares de gente escogida de infantería, quedando apenas quienes les llevasen la infausta noticia; pero que con todos estos males le aseguraban haber conseguido un gran bien en que Correo, autor de aquel levantamiento y alborotador de la muchedumbre, hubiese quedado sepultado en sus ruinas, pues nunca en vida de él había podido tanto en la ciudad el Senado como la necia plebe".

XXII. Hecha esta súplica por los diputados, les trajo César a la memoria: "Que el año pasado ellos y todas las demás provincias de la Galia habían emprendido a un mismo tiempo la guerra, pero que ninguno se había obstinado como ellos en su resoluciónno habiéndose querido reducir a la razón y cordura con la entrega y rendición de los demás; que sabía y entendía muy bien con cuánta facilidad se atri-