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contra Dumnorige en el consejo de los Galos y lo que cada uno en particular había depuesto contra éste. Le ruega y amonesta no lleve a mal que, o él mismo, substanciado el proceso, sentencie al reo, o de comisión de hacerlo á los jueces de la nación.

XX. Diviciaco, abrazándose con César, deshecho n lágrimas, se puso a suplicarle: "que no tomase alguna medida rigurosa con su hermano; que bien sabía ser cierto lo que le achacaban, y nadie sentía más vivamente que él los procederes de aquel hermano, a quien, cuando por su poca edad no hacía figura en la nación, le había valido él con la mucha autoridad que tenía con los del pueblo y fuera de él, para elevarlo al auge de poder en que ahora se halla, y de que se vale no sólo para desacreditarle, sino para destruirle si pudiera. Sin embargo, podía más consigo el amor de hermano y el qué dirán las gentes, siendo claro que cualquiera demostración fuerte de César la tendrían todos por suya, a causa de la mucha amistad que con él tiene; por donde vendría él mismo a malquistarse con todos los pueblos de la Galia." Repitiendo estas súplicas con tantas lágrimas como palabras, tómale César de la mano, y, consolándolo, le ruega no hable más en el asunto; asegúrale que aprecia tanto su amistad, que por ella perdona las injurias hechas a la República y a su persona. Luego hace venir a su presencia a Dumnórige, y delante de su hermano le echa en cara las quejas de éste, las de toda la nación y lo que él mismo había averiguado por sí. Encárgale no dé ocasión a más sospechas en adelante, diciendo que