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sus puntas de arriba, de modo que no saliesen fuera del suelo más de cuatro dedos. Asimismo, a fin de asegurarlas y que no se moviesen, cada pie desde el hondón se calzaba (1) con tierra, y para ocultar el ardid se tapaba la boca de la hoya con mimbres y matas. Ocho eran las hileras de este género de hoyas, distantes entre sf tres ples, que llamaban lirios por la semejanza con su flor. Delante las hoyas se soterraban unos zoquetes del tamaño de un pie, erizados (2) con púas de hierro, sembrados a trechos por todas partes, con el nombre de abrojos.

LXXIV. Concluídas estas cosas, siguiendo las veredas más acomodadas que pudo según la calidad del terreno, abarcando catorce millas, dió traza como se hiciesen otras fortificaciones semejantes, vueltas a la otra banda contra los enemigos de fuera, para que ni aun con mucha gente, si llegase el caso de su retirada, pudiesen acordonar las guarniciones de las trincheras, y también porque no se viesen obligados a salir de ellas con riesgo, manda que todos hagan provisión de pan y heno para treinta días.

LXXV. Mientras iban así las cosas en Alesia, los Galos, en una junta de grandes, determinan, no lo que pretendía Vercingetórix, que todos los que fue(1) De forma que los tres pies de la hoya se llenaban de tierra bien apretada o apisonada alrededor de las estacas, como lo entendió el intérprete griego.

(2) César: ferreis hamis infliais. Esto es, armados por todo el sobrehaz, como lo está el erizo de la castaña y el animal de este nombre.