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lión de Litavico mandaba la infantería, y Eporedórix, que antes de la venida de César fué caudillo en la guerra de los Eduos con los Sequanos.

LXVIII. Desbaratada toda la caballería, Vereingetórix recogió sus tropas según las tenía ordenadas delante los reales, y sin detención tomó la vía de Alesia, plaza fuerte de los Mandubios, mandando alzar luego los bagajes y conducirlos tras sí. Césarpuestos a recaudo los suyos en un collado cercano con la escolta de dos legiones, siguiendo el alcance cuanto dió de sí el día, muertos al pie de tres mil hombres de la retaguardia enemiga, al otro día sentó sus reales cerca de Alesia. Reconocida la situación de la ciudad, y amedrentados los enemigos con la rota de la caballería, en que ponían su mayor confianza, después de alentar a los soldados al trabajo, empezó a delinear el cerco formal de Alesia.

LXIX. Estaba esta ciudad fundada en la cumbre de un monte muy elevado, por manera que pa recía inexpugnable sino por bloqueo. Dos ríos por dos lados bañaban el pie de la montaña. Delante la ciudad se tendía una llanura cuasi de tres millas a lo largo. Por todas las demás partes la ceñían de trecho en trecho varias colinas de igual altura. De bajo del muro toda la parte oriental del monte estaba cubierta de tropas de los Galos, defendidos de un foso y de un muro de piedra de seis pies en alto.

Las trincheras trazadas por los Romanos ocupaban once millas de ámbito. Los alojamientos estaban dispuestos en lugares convenientes, fortificados con veintitrés baluartes, donde nunca faltaban entre día