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puesto. Hace lo propio César, enviando delante la caballería, compuesta de cuatro mil hombres que había juntado en toda la provincia, en los Eduos y los confederados de éstos, para que observasen hacla dónde marchaban los enemigos. Mas como diesen tras ellos con demasiado ardimiento, vienen a trabarse en un mal paso con la caballería de los Helvecios, y mueren algunos de los nuestros. Engreídos ellos con esta ventaja, pues con quinientos caballos habían hecho retroceder a cuatro mil, empezaron a esperar a los nuestros con mayor osadía y a provocarlos a combate, vuelta de frente la retaguardia. César reprimía el ardor de los suyos, contentándose por entonces con estorbar al enemigo los robos, forrajes y talas. De este modo anduvieron cerca de quince días, no distando su retaguardia de la vanguardia nuestra más de cinco a seis millas.

XVI. Mientras tanto, instaba César todos los días a los Eduos por el trigo que oficialmente le tenían ofrecido; y es que, a causa de los fríos de aquel clima, que, como antes se dijo, es muy septentrional, no sólo no estaba sazonado, pero ni aun alcanzaba el forraje, y no podía tampoco servirse del trigo conducido en barcas por el Arar, porque los Helvecios se habían desviado de este río, y él no quería perderlos de vista. Dábanle largas los Eduos con decir que lo estaban acopiando, que ya venía en camino, que luego llegaba. Advirtiendo él que era entretenerlo no más, y que apuraba el plazo en que debía repartir las raciones de pan a los soldados, habiendo convocado a los principales de la nación,